Tarxeta de visita morta
A voltas coa caixa de texto do vello Freehand e as xeometrías destos meses. Sancionando outra fin de ciclo. Non o explicarei eu, vaino explicar Salvador Pániker:
John Locke planteaba: ¿puede ser la memoria el único criterio de la identidad personal? Uno escribe su diario sin preocuparse demasiado por la memoria. Lo que dije en el pasado puedo muy bien contradecirlo en el presente. R. W. Emerson anotó: “¿Por qué hemos de tener la cabeza vuelta hacia atrás? ¿Por qué arrastrar el cadáver de la memoria?”. Si tenemos que contradecirnos, bien, no es grave. “Je ne suis pas toujours de mon avis”, decía Paul Valéry. Uno aspira a la identidad transpersonal, la que diluye el absurdo de la muerte, pero tampoco quiere uno abolir la discreta ficción —ficción verdadera— de la identidad personal, la máscara, la memoria de las muecas y los gestos que trajo la vida. En los folios de mi diario está el inventario de mis muecas, ese progresivo forcejeo con la lengua, una cierta persecución de algo —algo que nunca consigo decir—, la crónica de mis estados bioquímicos, los ups and downs de una trayectoria minúscula e intrasnsferible, precisamente la mía.
Iso, non vou caer na trampa de tachar a Pániker de elitista. Entendo o que escribe, ou entendo o que quero entender e arrimo a ascua á sardiña: hoxe fíxenme esta tarxeta, outro día fareime outra; que imprimo? Non o sei nin me preocupa.
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